martes, 21 de abril de 2015

Reparación con estaño de antigüedad

Trabajar para la soldadura y las reparaciones hace que te encuentres con situaciones como la que me ocurrió el otro día, tan dispar como puedas imaginar. Y es que un amigo, que recogía una pieza que me había traído para soldar, me comentó que tenía una vieja ‘entripadora’ que había pertenecido a varias generaciones en su familia y que presentaba ya un deterioro grande a pesar de haber sido usada durante toda su vida hasta recientemente (80años).

Por aquello de que me gustan los desafíos, le dije que me la trajera para echarle un vistazo a ver qué se podía hacer, a pesar de que sabía que me estaba metiendo en líos. La ‘entripadora’ ( seguro que tiene un nombre específico y no esté que me estoy intentando yo), está fabricada de una chapa de acero muy fina y que presentaba un estado de oxidación bastante elevado. En su día fue soldada con estaño que al parecer era el método de soldadura con el que podrían contar los que se dedicaban a hacer estas cosas hace casi 100 años.

El caso es que, debido a la oxidación y extremo espesor fino de la chapa, me fue prácticamente imposible soldarla y arreglarla utilizando los métodos convencionales en Tig debido a lo finísima de la chapa después de tantos años de oxidación lenta, así que me tuve que sacar de la manga la soldadura por puntos MIG pulsado y así ir dejando gota a gota hasta que pude crear una base que cerrará un poco el agujero que se había creado. Después de eso, entendí que era un buen momento para revisar el resto de uniones, que no soldaduras, partes restantes del objeto. En este caso investigué y pensé en utilizar la misma técnica que antaño se utilizó para crear esta pieza. Así es que saqué el estaño y me puse a fundirlo de manera que cerrase las grietas y reforzase la consistencia de las uniones que ya existían.

Así es que, de una manera u otra, conseguí sacar adelante este proyecto y darle la resistencia y rigidez necesaria para que pueda seguir siendo utilizada para crear a mano esos deliciosos embutidos de los que disfrutamos y que todavía se hacen manualmente en diferentes sitios de España.

La moraleja que obtengo de todo esto es que, incluso en los trabajos que menos luz y menos atractivo tienen, siempre se sacan lecturas importantes para seguir aprendiendo de lo que a uno le gusta, en este caso la soldadura de los diferentes metales. Es por ello que estoy contento de haber aceptado este reto y haber devuelto a esta pieza la posibilidad de seguir siendo utilizada con lo cual sus dueños seguirán rememorando las cientos de veces que sus antepasados directos la han utilizado para los mismos menesteres.

 

 

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